
La celebración del solsticio de verano es tan antigua como la humanidad. En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de las montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.

También es la "Noche de las brujas". Que no eran otra cosa que mujeres sabias que conocían las plantas y las utilizaban para curar. Estas mujeres fueron perseguidas por la Inquisición.
La caza de brujas alcanzó su clímax entre los siglos XV y XVII, siendo para el siglo XVIII sólo un recuerdo.
Durante la Alta Edad Media este criterio se deja de lado, se niega que hubiese verdad detrás de las supersticiones. Ejemplo de esto, el fragmento existente del Canon Episcopi del siglo IX, donde refiriéndose a creencias populares sobre ciertas mujeres adoradoras del diablo, que participan en cabalgatas nocturnas, dice lo siguiente: "De hecho, una innumerable cantidad de personas, engañadas por esta falsa creencia, considerando estas cosas verdaderas, se desvía de la justa fe y cae en el error del paganismo porque termina afirmando la existencia de alguna otra divinidad o potencia sobrenatural además del único Dios. Es por eso que los sacerdotes en sus iglesias deben predicarle al pueblo continuamente para hacerle saber que ese tipo de cosas son enormes mentiras y que estas fantasías son introducidas en las mentes de hombres sin fe no por el espíritu divino, sino por el espíritu del mal" (8). Si bien este valioso documento negaba a la brujería realidad física, condenaba a quienes creían en ella, preparando el camino para la oleada de represión que ocurriría siglos después. Además su descripción del vuelo nocturno contribuyó a extender y fijar el concepto histórico de sabbat.
Los oficios que ejercía de partera y curandera, la colocaban en un terreno peligroso, pues ambos estaban asociados con prácticas diabólicas. Castañega en su Tratado escribe sobre las parteras: "... (Satanás) hace que los ministros, en la más sutil y secreta manera que pueden maten niños, como lo hacen muchas parteras brujas..."
La recolección de plantas, el conocimiento de su papel terapéutico y su empleo para sanar enfermedades era transmitido de generación en generación a través de la línea femenina. Por siglos estas mujeres cumplieron un importante papel en sus comunidades. Eran las encargadas de mantener y transmitir conocimientos ancestrales, pero la construcción del modelo cristiano de superstición, hizo de ellas objeto de sospecha, colocándolas al margen de la sociedad, en la posición de agentes del diablo. De tal manera que, ante una situación de malestar social, como carestías, pestes, guerras - como era la de fines del siglo XVI en Italia, época en que vivió Gostanza - las hacía las víctimas seguras de una persecución. Posiblemente la envidia y los celos hayan sido los móviles que llevaron a sus vecinos (y posiblemente a médicos) a denunciarla. El hecho de que varios niños a los que ella ayudó a nacer hubiesen muerto, motivó la oleada de denuncias en su contra. Su condición de miembro reciente de la comunidad, sin raíces en el pueblo, la hacía doblemente sospechosa.
La persecución de la brujería fue sin duda uno de los mecanismos puestos en marcha con el fin de destruir la cultura popular, y sus antiguos saberes. En los procesos de brujería se destaca una gran mayoría de mujeres acusadas y esto era así porque las mujeres eran precisamente las encargadas de custodiar esta sabiduría popular. Ellas eran las que presidían veladas nocturnas – posiblemente de aquí se derive la imagen del sabbat - que constituían unos de los mecanismos más tradicionales de transmisión cultural en el campesinado. Veladas en las que, junto al relatos de cuentos y de sucesos pasados, se enseñaban costumbres morales o se transmitían saberes sobre plantas y astros. El universo mágico se entremezclaba con la percepción popular del mundo. José Luis Romero en La cultura Occidental, planteaba que la realidad e irrealidad se confundían y entrecruzaban constantemente en la mente del hombre medieval, donde el sentimiento mágico del germano o la adivinación de lo misterioso que anidaba en los antiguos celtas pervivía, mezclándose con el dogma cristiano. Todo esto daba como resultado un rico mundo mítico (26).
Esta persecución termina prácticamente para mediados del siglo XVIII. En Inglaterra la última ejecución se registra en l684, en Estados Unidos en l692, en Francia en 1745 y en Alemania en 1775 (29).

Fuente: M. Teresa Fuster.